“Nadie conoce realmente una nación hasta que ha entrado en sus prisiones ” — Nelson Mandela
En los recientes años en México, han ido creándose más y más compañías de teatro profesionales dentro de los penales. Este auge se debe al gran esfuerzo de creadores escénicos que han ido dignificando el trabajo teatral dentro de los centros penitenciarios, logrando a la vez mostrar los efectos positivos que tiene el formar parte de un proceso de creación teatral.
Los creadores escénicos que enseñan en las prisiones, lo hacen por dos tipos de razones. La primera, es que ellos creen y ellos mismos han experimentado lo poderoso que puede ser el teatro como una herramienta “liberadora”: Aun a pesar de que los reclusos no están físicamente libres, ellos aprenden mediante el teatro a liberar sus corazones y sus almas. La segunda razón la podemos identificar en el interés que el gobierno mexicano le ha puesto al arte escénico dentro de las cárceles, gracias al constante trabajo de las compañía de teatro penitenciario de Santa Martha Acatitla, la cual trabaja desde hace nueve años por visibilizar el impacto que tiene el teatro dentro de las cárceles. Con el teatro, los reclusos aprenden a expresar sus emociones sin sentirse juzgados, lo cual los ayuda a conocerse mejor a sí mismos, aprenden a trabajar en equipo y a confiar en los otros. Los reclusos que han trabajado el teatro dentro de las cárceles logran reintegrarse mejor a la sociedad, hasta algunos de ellos continúan trabajando en el arte teatral después de terminar su condena.
Cuando hablamos sobre enseñar teatro dentro de las cárceles, sin lugar a dudas Jorge Correa, distinguido por la UNESCO como el padre del teatro penitenciario en México, necesita ser mencionado. Él es uno de los pioneros en la profesión del teatro penitenciario y ha dedicado cuarenta años de su vida en eso. En una entrevista que le hicieron en el periódico Milenio, el habla sobre lo mucho que ha dedicado su trabajo en esta área. El cree que los reclusos eran personas inocentes cuando eran niños, pero debido a circunstancias crueles de la vida, fueron obligados a aislarse. Correa asegura que en el fondo de ellos son gente buena que mediante el lenguaje, la comunicación y el teatro ellos pueden cambiar.
A través del teatro, los internos aprenden a expresar sus emociones sin ser juzgados, lo cual ayuda a que puedan conocerse mejor a ellos mismos, aprenden también a trabajar en equipo y confiar en los otros.
En la actualidad Jorge Correa es el único que ha prestado sus servicios en casi todas las prisiones del país, donde acude a montar obras de teatro de gran calidad protagonizadas por los reos, con un método desarrollado por el mismo llamado: el Sistema Teatral de Readaptación y Asistencia Preventiva (STRAP). Los reclusos aprenden textos y coreografías, trabajan en equipo y lo más importante expresan sus emociones y sus sentimientos sin el miedo a sentirse juzgados u oprimidos. El trabajo de Correa es conocido también por juntar integrantes de pandillas contrarias o incluso de carteles rivales, los cuales mediante el teatro han logrado trabajar de una manera pacífica. Esto genera una aportación muy importante para la sociedad mexicana tan lastimada por el narcotráfico y la violencia.
Existen en la actualidad quince compañías de teatro profesionales dentro de centros de reclusión en México, y cientos de reclusos participando en las mismas. De las cuales dos de ellas, la compañía de teatro de Santa Martha Acatitla y la compañía de teatro llamada Un grito de libertad, se encuentran dando funciones regularmente dentro de la cárcel, para los propios reclusos, para sus familiares e incluso para público en general. Las obras presentadas por los reclusos abordan temáticas como la derrota, la frustración, el dolor, la desesperanza, los deseos e ilusiones y las injusticias, en pocas palabras lo que viven los reos a diario. El teatro ayuda a los presos a conseguir una mejor readaptación social, como nuevos hombres y nuevas mujeres, pero también como actores, directores, escritores, técnicos y gestores culturales. Una vez liberados, algunos ex reclusos continúan trabajando en el arte escénico, el Foro Shakespeare, de la ciudad de México, el cual cerró sus puertas definitivamente el 30 de septiembre del 2018, es un ejemplo de espacio teatral donde ex reclusos trabajaron.
Se ha vuelto cada vez más común para las compañías de teatro penitenciario mostrar sus trabajos en importantes festivales de teatros nacionales e internacionales dentro del país. Como el Festival Internacional del Cervantino, el Festival de Teatro de Nuevo León y la Muestra Nacional de Teatro. Un ejemplo de esto, fue la 39 Muestra Nacional de Teatro celebrada en noviembre del 2018, donde la compañía de teatro penitenciario de Santa Martha Acatitla presento la obra Ricardo III de William Shakespeare, la cual dejo a todos los espectadores sorprendidos por las excelentes actuaciones de los reclusos y ex reclusos pertenecientes de la compañía.
Para hablar de la dramaturgia creada por personas que se encuentran dentro de reclusorios, tenemos que mencionar a María Elena Moreno Márquez, quien se encuentra privada de su libertad en el Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla. Ella ha ganado primero y segundo lugar en el Concurso Nacional de Teatro Penitenciario, en los años 2014 y 2017, respectivamente por sus textos Casa Calabaza y Curiosidades. El concurso comenzó hace veinte y un años y fue creado por el criminólogo Juan Pablo de Tavira, visionario de lo que debía ser la reinserción social y, convencido totalmente de que el teatro era una de las herramientas más poderosas para lograrlo.
Moreno Márquez, fue sentenciada a veinte y ocho años en prisión por asesinar a su madre. Ella ha encontrado en la dramaturgia una manera de expresarse y reconstruirse a sí misma. Forma también parte de la Asociación de Escritores Mexicanos A.C. y su obra Casa Calabaza se ha puesto en escena de manera profesional. Los espectadores que han visto su obra, quedan totalmente sorprendidos por el relato del asesinato de la madre de la escritora pero al mismo tiempo quedan conmovidos por lo poderoso y sanador que puede ser una experiencia teatral. En el 2016, cuando Moreno Márquez fue capaz de salir de prisión para presenciar el estreno de su obra, uno de los reporteros le pregunto: ¿Qué necesitas en la vida para ser feliz? Moreno Márquez dijo: amor, perdón y promover la vida por la vida que quite.
Las obras de teatro elegidas hablan sobre problemáticas como la derrota, la frustración, el dolor, la ira, la desesperación, los deseos, las ilusiones y las injusticias, en pocas palabras lo que los presos experimentan cada día. Esto ayuda a los prisioneros en sus trabajos de readaptación a la sociedad.
El teatro penitenciario en México se ha hecho cada vez más visible al paso de los años, lo cual ha provocado que más personas se interesen por verlo y hacerlo. Los familiares de los reclusos, los creadores escénicos y los propios reclusos han sido testigos de historias donde los internos después de haber hecho teatro dentro de las cárceles, empezaron a cambiar su vida mediante el arte. Un ejemplo es Fidel Gómez, quien es miembro de la compañía de teatro penitenciario de Santa Martha Acatitla. En una entrevista para el periódico El Sur, él explica que antes del teatro él era muy conflictivo con los otros reclusos, ahora, con treinta años de sentencia, el teatro lo ayudo a cuidarse a sí mismo, a sus compañeros y a la compañía. Otro ejemplo es el ex recluso, Cruz, quien estuvo en prisión dieciocho años por vender y comprar partes de autos robados. El al igual que Fidel fueron fundadores de la compañía de teatro de la cárcel de Santa Martha Acatitla, Cruz dice que hacer teatro es igual que hacer un crimen: tienes que planearlo y ejecutarlo bien para ver resultados positivos. Cuando fue liberado, hace seis años y en su intento por reconstruir su vida, eligió convertirse en actor y en gestor cultural de la compañía externa de teatro penitenciario, actuando y creando obras junto con otros ex reclusos.
Como podemos leer, el teatro en las cárceles ha permitido a las personas privadas de su libertad la oportunidad de aprender y crecer mediante el arte, adquiriendo las habilidades necesarias para reintegrarse positivamente en la sociedad. ¡Larga vida al teatro penitenciario en México!
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